¿Es más importante aparentar que ser?

Casi que todos los psicólogos dirán que por salud mental debemos aceptar lo que somos. Pero ya que somos un primate social el hecho de aparentar puede traer perturbadores beneficios.

La respuesta automática a la pregunta que plantea el texto parece obvia. Muchos estamos de acuerdo con que ser rico, atractivo o exitoso es mejor que simplemente aparentarlo. Vivir de las apariencias es algo que genera cierto repudio ya que uno de los pilares de varias de las escuelas de pensamiento es la aceptación de lo que somos.

A pesar que desde cierta perspectiva filosófica es mejor ser que parecer hay elementos de nuestra condición humana que hace más compleja la respuesta. El homo Sapiens es una especie social, nuestro triunfo no se da porque seamos individuos particularmente dotados sino por nuestro trabajo colectivo. Estar por fuera de la sociedad hace que tu supervivencia sea mucho más difícil y por ello nuestro rol dentro de ella es un aspecto crucial.

El acceso a bienes y recursos muchas veces está determinado por el modo en que somos percibidos por los demás. Tenemos por ejemplo el Efecto Halo que en resumidas cuentas es la atribución de características positivas con base a lo que primero percibimos del otro. En este caso el atractivo físico o el estatus social te genera ventajas tales como que la gente confíe más fácil en ti.

Esto es una de las grandes fallas en nuestro razonamiento pero negar su existencia es lo mismo que negar el sol. En la obra Ruido donde el famoso Daniel Kahneman es uno de sus autores ,se nos da ejemplos de cómo el atractivo físico de alguien que esté en juicio puede llegar a influir en su sentencia. Hay evidencia que a la gente más bonita se le trata con mayor benevolencia en las condenas; y como este tenemos otros ejemplos

Una frase de carácter popular es la que dicta «nadie sabe lo de nadie». A la hora de la verdad son muy pocas las personas a las que llegamos a conocer en el fondo. Cuando hablo de fondo me refiero a sus angustias, dolores y tristezas. Tenemos una fuerte asimetría con respecto a la vida ya que de la nuestra conocemos sus profundidades pero de la de los demás solo conocemos lo que ellos nos quieren mostrar.

Salvo que alguien sea particularmente famoso la mayoría gozamos del poder que nos otorga la privacidad, lo que nos da la posibilidad de elegir qué cara mostrar ante la sociedad. Del fenómeno de Instagram ya he hablado pero vale la pena recordar a que pesar que somos conscientes que ese mundo donde todos son felices o exitosos no es cierto, su impacto psicológico no se reduce por ese hecho.

Todos estamos ante el teatro de la vida.

De esta manera y a palabras del sociólogo Erving goffman los humanos entramos entonces en una especie de teatro en la vida donde tenemos la capacidad de compartir aquello que queremos que los otros sepan. Este aspecto influye mucho porque así compartimos aspectos como nuestro estatus o el valor social que tenemos.

Ahora bien, esto también permite que personas entiendan tan bien esta falla humana y decidan vivir de apariencias. El punto es que a mucha gente le ha servido en la vida aparentar cosas que no son, incluso hay quienes han sacado ventajas, económicas, sexuales o de reconocimiento social solo por aparentar. Es posible que a esta altura el lector se le haya ocurrido alguien al que puedan asociar los beneficios de aparentar. Pero quiero complementar con un caso público y es el del estafador de Tinder.

Estamos de acuerdo que sus actos son condenables, pero este sujeto entendió el poder de las apariencias. A pesar que él no tenía esa vida de lujos por el fruto de su trabajo sino por estafar a mujeres, esa imagen que creó de sí fue lo que le permitió inicialmente ganarse la confianza de sus víctimas. El hombre no necesitaba ser realmente rico, él sólo hizo creerle a esas mujeres que él lo era. Producto de esa confianza que le daba parecer adinerado fue lo que le hizo más fácil que todas estas mujeres se endeudaran por él.

En el diario vivir vemos muchas cosas como estas pero en una menor proporción. Al final ese mundo donde todos somos honestos con lo que somos es una utopía. También está comprobando que puedes obtener beneficios si decides vivir de apariencias (también hay que saberlo hacer). Aceptarse tal cuál eres y vivir conforme a ello te da el beneficio de la paz mental y además reconoces más fácil quienes son los que en verdad te aman. Vivir de una imagen falsa de ti atraerá personas falsas o convenientes, y quizás lo difícil no sea crear la imagen sino sostenerla y en este punto es donde muchos se han chocado con la realidad.

Al final no deja de ser una decisión, si queremos los beneficios en materia de salud mental de aceptarnos o si buscamos esos beneficios a nivel social que nos brinda la apariencia del estatus o la belleza.

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