Mi acto de rebeldía es confiar en los demás

¿Vale la pena confiar en las personas?. Hay quienes les ha funcionado y otros que no, al final no deja de ser una elección. Por mi parte y en medio de una cultura que enaltece la desconfianza decido confiar en los demás como mi manera de aportar a la civilización humana.

Uno de los aspectos que más me cuestionan de vivir en Colombia es el consejo generalizado de no confiar en nadie. Por supuesto no es el único lugar en el mundo donde padres le enseñan a los hijos los peligros de confiar en los otros, pero si hay sociedades donde la confianza entre personas es mayor y en estos lugares suele haber mejor nivel de vida.

Un ejemplo claro es que el 65% de los noruegos dicen confiar en los otros, mientras que en Perú ocurre en un 5%. No descubro nada al decir que los noruegos gozan en promedio de un mejor nivel de vida que los peruanos. La confianza es básicamente lo que genera una civilización y más aún en el nivel de interdependencia que hemos construido.

Cuando los humanos empezamos a vivir en comunidades, por lo general eran grupos relativamente pequeños. En una aldea conocías la mayoría de gente con la que interactuabas y así era más fácil construir confianza. Hoy muchos vivimos en urbes que cuentan con millones de personas y una gran parte de nuestras acciones cotidianas se pasan en interactuar con totales desconocidos.

En este punto la confianza es un eje central para vivir en sociedad ya que tenemos que confiar en desconocidos como por ejemplo:

  • Confiamos en que al restaurante que vamos los cocineros no van a escupir la comida ni van a querer envenarnos.
  • Confiamos nuestra vida a a los conductores de transporte público o pilotos de avión. Tengamos en cuenta que en un error de unos cuantos segundos muchas vidas pueden perderse.
  • Confiamos en cualquier ejercicio comercial donde recibimos un bien o un servicio que esperamos sea de calidad.
  • El dinero es uno de nuestros mayores actos de confianza, ya que como sociedad nos pusimos de acuerdo que estos pedazos de papel o dígitos de una cuenta bancaria nos permite comprar y vender lo que necesitamos o queremos.

Sin confianza entre la gente no se puede construir una sociedad y considero que uno de los deberes de cualquier gobierno es trabajar para alimentar este valor dentro de los ciudadanos. A pesar que a diario veamos en los noticieros historias que por supuesto nos despiertan ansiedad, también hay que entender que las noticias se enfocan en lo anormal. En el momento que escribo esto, millones de personas están ayudando de maneras inimaginables a desconocidos sin esperar nada a cambio y esto hay que celebrarlo.

Con seguridad cada uno de nosotros alguna vez le dio su mano a un desconocido en apuros o fuimos ayudados por bellas personas sin tener que dar algo a cambio. La solidaridad está más extendida que la maldad o la traición, solo que por alguna razón la bondad la damos por sentada pero es mejor celebrarla.

Hay aspectos particulares de Colombia por lo cual prima esta desconfianza. Creo que la razón principal recae en que es un país que ha vivido décadas en medio de una guerra, aspecto que ha generado millones de victimas quienes con justa razón pueden apelar a la desconfianza en el otro. Incluso mi hipótesis es que necesitamos que esta generación que vivió la guerra pase (incluida la mía) para así construir las bases de un país que se una a través de la confianza.

Mi personalidad es más dirigida hacia la confianza y a pesar que en algunas ocasiones esto me causó problemas han sido más las cosas buenas que he obtenido. A pesar que muchas personas a mi alrededor han criticado mi postura por ingenua o confiada, mi acto de rebeldía con esta cultura es seguir apostando por confiar. Seguro esto me causará problemas dolorosos , pero también habrán muchas más cosas buenas que atesorar.

Sin confianza entre la gente no se puede construir una sociedad y considero que uno de los deberes de cualquier gobierno es trabajar para alimentar este valor dentro de los ciudadanos

Mi aporte al país aunque parezca pequeño no es fácil, pero creo que hay un mundo mejor si más gente decide confiar. Por supuesto esto tiene sus limites y habrán casos particulares donde no ejerza este voto. También acepto que vivir en plena desconfianza quizás sea una manera más segura de vivir, pero no me deja de parecer un estilo de vida dominado por miedo. En últimas prefiero la libertad de vivir confiando que la seguridad que pueda dar una constante dosis de neurosis.

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